Presentación de la última publicación de Pablo Imen
Pablo Imen es un pedagogo argentino, conferencista internacional e investigador permanente sobre las experiencias educativas que están ocurriendo en “Nuestra América”. Ya cuenta con un primer trabajo titulado “La escuela pública tiene quien le escriba”, en el que realiza una importante sistematización sobre las políticas educativas que se impulsan en Venezuela y Bolivia, en el marco de la refundación de ambas repúblicas soberanas e independientes. El pasado año publicó un apasionante libro titulado “Una Educación Rodrigueana para el Socialismo del Siglo XXI”, en el cual analiza las nuevas experiencias educativas que están ocurriendo en la Patria de Bolívar, en la que va surgiendo una nueva escuela, expresión de la ruptura con la vieja sociedad opresora y el anuncio de una pedagogía emancipadora.
En esta dirección, el autor analiza los ingredientes filosóficos de la nueva escuela venezolana, partiendo de la pedagogía del “Sócrates de Caracas”, el maestro de El Libertador Simón Bolívar, nada menos que de Simón Rodríguez, a quien ubica como el referente histórico más antiguo de una pedagogía libertaria en nuestro continente. Sus planteamientos, en cuanto a la educación como eje de desarrollo social, el papel del trabajo, el conocimiento significativo, la visión del lugar, la educación para la vida y la libertad y su responsabilidad en la formación del nuevo republicano, la construcción de la nueva sociedad democrática y sin desigualdades, independiente de todo modelo colonial o neocolonial, son de una extraordinaria vigencia.
Esta pedagogía está surgiendo en nuestro país, es una pedagogía para la resistencia, la subversión y la construcción de lo nuevo. Sus antecedentes reflexivos se vinculan al nacimiento del movimiento pedagógico revolucionario, a finales de los 80 y comienzos de los 90 del pasado siglo, donde se va haciendo un cuestionamiento al modelo educativo autocrático, domesticador, tecnocrático, a la fragmentación entre teoría y práctica, a la eliminación del hacer, los postulados positivistas-conductistas y sus prácticas eurocentristas, negadora de nuestro acervo cultural y en especial el del papel de la resistencia indígena y afroamericana como integrantes de nuestra identidad como pueblo y nación.
De esta confrontación surgen documentos, propuestas como el Método Invedecor (Carlos Lanz ) y se dan algunas experiencias novedosas en la gestión pública, como el caso del estado Aragua (1994), generando con ello un proceso de acumulación de fuerzas que culmina en la constituyente educativa (1999) y en el diseño del Proyecto Educativo Nacional (PEN), los cuales son impulsados con el triunfo del Comandante Hugo Chávez Frías en las elecciones presidenciales de 1998, acontecimiento que desata las fuerzas creadoras de la revolución educativa, lo cual va posibilitando establecer una nueva cultura curricular alimentada por un marco político, social y cultural establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la leyes del Poder Popular y en la novedosa Ley Orgánica de Educación de 2009.
En este contexto, el autor va sistematizando prácticas en el camino transformador, como el caso de la experiencia de ciudadanía, en el estado Táchira (2009), los patios productivos; en el estado Lara y el impacto insurgente del Programa de las Redes Socioculturales y los Espacios Permanentes para el Desarrollo Cultural Endógeno (Epdcue), en el estado Aragua, todo en un análisis integral en el que se incluyen otros mecanismos como los Proyectos de Aula (PA), los Proyectos Educativos Integrales Comunitarios (Peic) y esfuerzos para la participación en el desarrollo económico, cultural y local como el Programa “Todas las Manos a la Siembra”, comprendiendo que la construcción, al igual que la formación, es permanente, por lo que no hay manuales ni recetas, sólo la búsqueda de lo propio.
Pablo Imen dedica, como aspecto central del libro, un análisis al papel de la Redes Socioculturales y los Epdcue, como una gigantesca contribución de la pedagogía aragüeña a la educación liberadora. Se pasea por los cuatro momentos en el desarrollo actual de las redes, reconoce sus fundamentos robinsonianos, su potencialidad en la acumulación de una rica experiencia comunitaria, la reivindicación de los saberes populares en el rearme de la conciencia comunitaria, la humanización de las prácticas de enseñanzas, la reivindicación del derecho humano a ser diferentes, el cuestionamiento radical al viejo modelo escolar, la visión curricular para la formación de un ser social solidario en permanente combate contra el ser profundamente individualista y competitivo del modo de vida capitalista, la apertura crítica y autocrítica de la práctica educativa con los Espacios Permanentes para el Desarrollo Cultural Endógeno (Epdcue), logrando lo que la pedagoga Mirna Sojo, llamada “La Ocupación en un Movimiento Creador de Manos, Corazones y Mentes”, permitiendo profundizar las dimensiones del ser, hacer, convivir y conocer.
En esta dinámica se generan nuevas formas de organización escolar, en la que toman vida los colectivos, quebrando la división jerárquica de la escuela verticalista. De la supervisión punitiva se pasa a los acompañamientos de dirección múltiple, como expresión de una nueva gobernabilidad. De allí que, viviendo Venezuela una etapa de construcción de una nueva sociedad, en el campo educativo se vive también una etapa entre lo viejo y lo nuevo, en un proceso de “tensiones, contradicciones y creaciones”, por lo que la experiencia de las Redes Socioculturales de Aragua y los Epdcue son un importante aporte a una “pedagogía de la transición”.
Esta líneas forman parte del prologo del libro “Una Educación Rodrigueana para el Socialismo del Siglo XXI”, el cual recomendamos su lectura, testimonio de tiempos de revolución.
*belpre55@yahoo.es
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